Mientras la Segunda Guerra Mundial daba sus últimos estertores, y en España se soportaba una larga y penosa posguerra, dos acontecimientos marcaron el calendario 1945 de esta pequeña población de la vieja Castilla que conocemos por el nombre de Huérmeces.
Hielo (2 de mayo de 1945):
El año agrícola 1944-1945 venía marcado por las fuertes heladas registradas en el mes de enero (-19ºC en Burgos el día 13), con alguna que otra nevada importante; aunque las lluvias registradas durante el invierno no habían sido gran cosa, parecía que iban a ser suficientes para que la cosecha cerealista del año no fuera mala.
Al sur de Huérmeces, sin embargo, se vivía una situación de pertinaz sequía, por tercer año consecutivo, con gran protagonismo del "murallón anticiclónico". Especialmente grave era el déficit hídrico en gran parte del centro de la Península y en Andalucía. No solo la agricultura se resentía, también lo hacía la producción hidroeléctrica, especialmente importante en aquellos años.
Al sur de Huérmeces, sin embargo, se vivía una situación de pertinaz sequía, por tercer año consecutivo, con gran protagonismo del "murallón anticiclónico". Especialmente grave era el déficit hídrico en gran parte del centro de la Península y en Andalucía. No solo la agricultura se resentía, también lo hacía la producción hidroeléctrica, especialmente importante en aquellos años.
Diario de Burgos, 6 de mayo de 1945 |
Pero todo cambió en la madrugada del 1 al 2 de mayo, cuando una fortísima helada tardía (-7,6ºC en Villafría) arrasó con todos los frutales de Huérmeces, la mayor parte de La Comarca y casi toda la zona central de Castilla, especialmente en la provincia de Burgos.
Afortunadamente, en estos secanos frescos del norte de Castilla, el espigado del cereal se produce en fechas relativamente tardías, por lo que la helada no afectó apenas a los cultivos cerealistas.
Por contra, resultaron seriamente dañados manzanos, perales, ciruelos y nogales, e incluso se vieron afectadas las principales leñosas silvestres, tanto encinas como robles. Según cuentan, lo nunca visto. La prensa local de la época nos deja testimonios del desastre, reiterado en diferentes comarcas burgalesas:
"Pobres huertas burgalesas. Desafortunados vegetarianos. Desdichados hortelanos. Todo se ha perdido. [...] Una helada que, ya en tiempo tan avanzado, jamás han conocido los viejos más viejos de la localidad." [Alfoz de Burgos]
"Una helada como hace muchos años no se conocía, dejó asolada la comarca. Desaparecida la cosecha de legumbres, la mayor parte de la de cereales y casi en su totalidad la del viñedo. La Hermandad de Labradores, de acuerdo con las autoridades, ha organizado una serie de rogativas" [Aranda de Duero]
Ese año de 1945 no habría cosecha de fruta ni en Huérmeces ni en las comarcas de clara vocación frutícola como Las Caderechas, el Valle de Sedano y Las Merindades. Carencias para todos y ruina para muchas familias.
Para más inri, el escaso nivel de las precipitaciones invernales y primaverales también repercutía en la generación de electricidad:
"Como no llueve, estamos unos cuantos días sin luz. La electra Villasur nos manda media hora escasa de luz buena. No hay agua para alimentar la central." [Belorado]
Durante el resto de la primavera y buena parte del verano las precipitaciones en Castilla también brillaron por su ausencia por lo que, finalmente, la cosecha de cereal fue escasa y de mala calidad.
De Huérmeces para arriba la cosecha de cereal no fue tan desastrosa ya que, aunque llovió poco, resultó suficiente para salvar el año. No hubo fruta pero al menos los graneros pudieron medio llenarse con el fruto de todo un año de trabajo.
De Huérmeces para arriba la cosecha de cereal no fue tan desastrosa ya que, aunque llovió poco, resultó suficiente para salvar el año. No hubo fruta pero al menos los graneros pudieron medio llenarse con el fruto de todo un año de trabajo.
Fuego (26 de agosto de 1945):
Ya habían finalizado gran parte de las tareas de trillado y beldado cuando, a última hora de la tarde del domingo 26 de agosto, descargó sobre Huérmeces una aparatosa tormenta, acompañada de gran cantidad de agua y poderoso aparato eléctrico.
Una de las "chispas" cayó sobre una casa del casco urbano del pueblo. En concreto, sobre la ubicada en el número 2 de la calle de la Solana, que era la vivienda entonces utilizada por José "Pepines" y María.
La descarga entró por el pajar, por lo que la casa se incendió rápidamente. Todos los vecinos del pueblo (y parte de los de Santibáñez) acudieron prontamente, no ya a tratar de apagar el fuego, que se presentaba como tarea imposible, sino a intentar evitar que se propagara al resto de la manzana y a salvar "el verano" de la casa incendiada, la cosecha de grano recién almacenada en el trojero, la auténtica libreta de ahorro del labrador de entonces.
Entre todos, realizaron una larga cadena humana (casi 300 metros) entre el cauce molinar de los Sabares y la casa afectada por el rayo; con cubos de agua viajando de mano en mano, así tuvieron que luchar contra el incendio.
Cuentan viejos cronistas que los vecinos consiguieron salvar la mayor parte del grano almacenado y evitar que el fuego calcinara las casas vecinas, una de las cuales quedó dañada solo en parte.
Parece ser que el alcalde del pueblo, Saturio Pérez Alonso, logró contactar con el alcalde de Burgos, Carlos Quintana Palacios, en un desesperado intento para que los bomberos de la capital acudieran a apagar el fuego, temiendo que se extendiera aún más.
Por lo que puede leerse en la prensa local, se produjo una larga conversación entre ambos ediles, en el curso de la cual el alcalde de la capital intentó justificar su rechazo inicial al envío de los bomberos municipales, basándose en dos principales motivos, ambos igual de ruines e impresentables: la entonces siempre socorrida escusa relativa a la deficiencia y escasez del material existente, y el supuesto impago en el que otros pueblos y particulares habían incurrido cuando los bomberos de Burgos les prestaron sus servicios.
Mucho debió de insistir Saturio, ya que finalmente el de Burgos accedió al envío -por razones de "humanidad y caridad"- de una sección de los bomberos de la capital. Mientras tanto, el fuego había alcanzado ya a las dos casas contiguas.
Cuando llegaron a Huérmeces, poco es lo que los bomberos pudieron hacer en cuanto a labores de extinción. No obstante, el alcalde de la capital, en la sesión que la comisión permanente del Ayuntamiento de Burgos celebró cuatro días después, tuvo la desfachatez de intentar justificar su -dilatoria- actuación, así como de proponer la felicitación para la sección de bomberos que acudió al pueblo a cumplir con su cometido. Una vez más, comprobamos que la querencia de ciertos políticos por retorcer la verdad se pierde en la noche de los tiempos...
Los rescoldos del fuego se apagaron, las casas afectadas se recompusieron, y los brotes de frutales, robles y encinas volvieron a surgir al año siguiente, pero las imágenes que dejó en Huérmeces aquel calamitoso año de 1945 tardarían mucho en olvidarse.
LAS CALAMIDADES METEOROLÓGICAS EN EL MEDIO RURAL
Ya habían finalizado gran parte de las tareas de trillado y beldado cuando, a última hora de la tarde del domingo 26 de agosto, descargó sobre Huérmeces una aparatosa tormenta, acompañada de gran cantidad de agua y poderoso aparato eléctrico.
Diario de Burgos, 29 de agosto de 1945 |
Una de las "chispas" cayó sobre una casa del casco urbano del pueblo. En concreto, sobre la ubicada en el número 2 de la calle de la Solana, que era la vivienda entonces utilizada por José "Pepines" y María.
La descarga entró por el pajar, por lo que la casa se incendió rápidamente. Todos los vecinos del pueblo (y parte de los de Santibáñez) acudieron prontamente, no ya a tratar de apagar el fuego, que se presentaba como tarea imposible, sino a intentar evitar que se propagara al resto de la manzana y a salvar "el verano" de la casa incendiada, la cosecha de grano recién almacenada en el trojero, la auténtica libreta de ahorro del labrador de entonces.
Entre todos, realizaron una larga cadena humana (casi 300 metros) entre el cauce molinar de los Sabares y la casa afectada por el rayo; con cubos de agua viajando de mano en mano, así tuvieron que luchar contra el incendio.
Cuentan viejos cronistas que los vecinos consiguieron salvar la mayor parte del grano almacenado y evitar que el fuego calcinara las casas vecinas, una de las cuales quedó dañada solo en parte.
Parece ser que el alcalde del pueblo, Saturio Pérez Alonso, logró contactar con el alcalde de Burgos, Carlos Quintana Palacios, en un desesperado intento para que los bomberos de la capital acudieran a apagar el fuego, temiendo que se extendiera aún más.
Diario de Burgos, 30 de agosto de 1945 |
Por lo que puede leerse en la prensa local, se produjo una larga conversación entre ambos ediles, en el curso de la cual el alcalde de la capital intentó justificar su rechazo inicial al envío de los bomberos municipales, basándose en dos principales motivos, ambos igual de ruines e impresentables: la entonces siempre socorrida escusa relativa a la deficiencia y escasez del material existente, y el supuesto impago en el que otros pueblos y particulares habían incurrido cuando los bomberos de Burgos les prestaron sus servicios.
Mucho debió de insistir Saturio, ya que finalmente el de Burgos accedió al envío -por razones de "humanidad y caridad"- de una sección de los bomberos de la capital. Mientras tanto, el fuego había alcanzado ya a las dos casas contiguas.
Cuando llegaron a Huérmeces, poco es lo que los bomberos pudieron hacer en cuanto a labores de extinción. No obstante, el alcalde de la capital, en la sesión que la comisión permanente del Ayuntamiento de Burgos celebró cuatro días después, tuvo la desfachatez de intentar justificar su -dilatoria- actuación, así como de proponer la felicitación para la sección de bomberos que acudió al pueblo a cumplir con su cometido. Una vez más, comprobamos que la querencia de ciertos políticos por retorcer la verdad se pierde en la noche de los tiempos...
Los rescoldos del fuego se apagaron, las casas afectadas se recompusieron, y los brotes de frutales, robles y encinas volvieron a surgir al año siguiente, pero las imágenes que dejó en Huérmeces aquel calamitoso año de 1945 tardarían mucho en olvidarse.
LAS CALAMIDADES METEOROLÓGICAS EN EL MEDIO RURAL
Los años marcados por calamidades meteorológicas se recuerdan en las sociedades campesinas por las graves consecuencias que suelen acarrear sobre sembrados y cosechas, sobre caminos y puentes, sobre montes y bestias.
La gama de calamidades meteorológicas con consecuencias es amplia y variada: pertinaces sequías, extensas inundaciones, copiosas nevadas, heladas tardías o no tan tardías, tormentas, granizadas y pedriscos, golpes de calor ...
En una actividad como la agraria, fuertemente dependiente de las condiciones meteorológicas, la llegada de eventos climatológicos extremos suele acarrear unas consecuencias dramáticas en cuanto al rendimiento de las cosechas de cereal y de las plantaciones hortofrutícolas.
Tan importante como el evento meteorológico resulta la fecha en la que este se produzca; no es lo mismo una avenida del Úrbel a últimos de septiembre, con los campos aún sin arar ni sembrar, que en enero, con los campos sembrados y ya nacidos. No es lo mismo una helada de -20ºC a últimos de diciembre que una de -5ºC a mediados de mayo. No es lo mismo un golpe de calor a finales de agosto que a finales de julio... ni una granizada en marzo que en junio...
Aparte de los daños sobre sembrados y huertas, las desgracias ocasionadas por rayo, sobre todo si hay víctimas humanas de por medio, quedan grabadas en la memoria popular de muchas poblaciones rurales. En los años cuarenta, otras dos -al menos- fueron las descargas eléctricas que impactaron sobre Huérmeces, y que aún son recordadas por algunos vecinos de entonces:
-En julio de 1940 un rayo acabó con la vida de mi bisabuelo, Eugenio Alonso Villalvilla, en el alto del camino de Castrillo (paraje de Palillos), originando en toda la familia un miedo irracional a los rayos y centellas.
-En agosto de 1949, una descarga impactó en la hoy conocida como casa de Avelino; la descarga, canalizada a través de una de las bajantes del tejado, ocasionó que un "agostero" que se encontraba en el umbral de la puerta fuera desplazado -que volara- hasta los pies de la fuente existente en el barrio de Arroyuelo, a más de 10 metros de distancia. Milagrosamente, el trabajador salió prácticamente ileso del evento.
Dicen los mayores que antes había más tormentas, y que raro era el año en que un rayo no caía sobre una casa, una caseta, un poste o un árbol en las cercanías del pueblo. Quizás sea cierto, pero lo que sí lo es también es la ausencia absoluta que de pararrayos había en los pueblos, lo que unido a una mayor población y a un mayor trasiego de labradores y pastores por el campo ocasionaba que hubiera más víctimas potenciales -o simplemente testigos- de las posibles descargas.
La gama de calamidades meteorológicas con consecuencias es amplia y variada: pertinaces sequías, extensas inundaciones, copiosas nevadas, heladas tardías o no tan tardías, tormentas, granizadas y pedriscos, golpes de calor ...
En una actividad como la agraria, fuertemente dependiente de las condiciones meteorológicas, la llegada de eventos climatológicos extremos suele acarrear unas consecuencias dramáticas en cuanto al rendimiento de las cosechas de cereal y de las plantaciones hortofrutícolas.
Tan importante como el evento meteorológico resulta la fecha en la que este se produzca; no es lo mismo una avenida del Úrbel a últimos de septiembre, con los campos aún sin arar ni sembrar, que en enero, con los campos sembrados y ya nacidos. No es lo mismo una helada de -20ºC a últimos de diciembre que una de -5ºC a mediados de mayo. No es lo mismo un golpe de calor a finales de agosto que a finales de julio... ni una granizada en marzo que en junio...
Aparte de los daños sobre sembrados y huertas, las desgracias ocasionadas por rayo, sobre todo si hay víctimas humanas de por medio, quedan grabadas en la memoria popular de muchas poblaciones rurales. En los años cuarenta, otras dos -al menos- fueron las descargas eléctricas que impactaron sobre Huérmeces, y que aún son recordadas por algunos vecinos de entonces:
-En julio de 1940 un rayo acabó con la vida de mi bisabuelo, Eugenio Alonso Villalvilla, en el alto del camino de Castrillo (paraje de Palillos), originando en toda la familia un miedo irracional a los rayos y centellas.
-En agosto de 1949, una descarga impactó en la hoy conocida como casa de Avelino; la descarga, canalizada a través de una de las bajantes del tejado, ocasionó que un "agostero" que se encontraba en el umbral de la puerta fuera desplazado -que volara- hasta los pies de la fuente existente en el barrio de Arroyuelo, a más de 10 metros de distancia. Milagrosamente, el trabajador salió prácticamente ileso del evento.
Dicen los mayores que antes había más tormentas, y que raro era el año en que un rayo no caía sobre una casa, una caseta, un poste o un árbol en las cercanías del pueblo. Quizás sea cierto, pero lo que sí lo es también es la ausencia absoluta que de pararrayos había en los pueblos, lo que unido a una mayor población y a un mayor trasiego de labradores y pastores por el campo ocasionaba que hubiera más víctimas potenciales -o simplemente testigos- de las posibles descargas.
El año 1945 fue, desde el punto de vista climático, un año atípico, un año de extremos, no solamente en España, sino en gran parte de Europa: sequías, heladas extremas, copiosas nevadas, lluvias torrenciales en otoño...
A título anecdótico, cabe señalar que en el sur de Portugal (Castro Verde, Beja) se produjo una helada a mediados de julio, causando grandes daños en la agricultura de la zona.
A título anecdótico, cabe señalar que en el sur de Portugal (Castro Verde, Beja) se produjo una helada a mediados de julio, causando grandes daños en la agricultura de la zona.
APUNTES BIOGRÁFICOS E INMOBILIARIOS:
Carlos Quintana Palacios |
Saturio Pérez Alonso (Huérmeces, 1894): alcalde de Huérmeces en dos períodos, 1936-1938 y 1942-1946. La familia, formada por Saturio, su mujer, Jacinta García Fontúrbel (Huérmeces, 1895) y sus siete hijos, vivía en el nº 7 de la calle de la Plaza.
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El incendio ocasionado por el rayo del 26 de agosto de 1945 afectó a tres inmuebles sitos en la calle de la Solana, en el extremo sureste del casco urbano del pueblo:
La Solana nº 2 (destruida toda la planta superior):
En ella residían José Díez Varona, "Pepines" (Huérmeces, 1915) y María Varona Varona (Huérmeces, 1921), en compañía de su hijo Jesús, de dos años de edad. La familia tuvo que alojarse en casa de familiares hasta que se completó la reconstrucción de la suya. Años más tarde, durante la segunda mitad de los sesenta, "Pepines" y familia emigrarían a Madrid, y en la "casa del rayo" residirían diversas familias de pastores, entre las que recuerdo especialmente a la formada por Sabino, Genoveva y sus hijos, Mª Angeles, Sabino y José Luis.
La Solana nº 1 (daños leves):
En agosto de 1945 no residía nadie en este inmueble. Algunos años después se convertiría en la casa de Lorenzo, Digna y sus dos hijos, María Jesús y Carmelo.
La Solana nº 3 (daños parciales):
En agosto de 1945, aquí residían Lorenzo Güemes Pérez (Úrbel del Castillo, 1886) y Lucila Infante García (Los Valcárceres, 1890), zapatero y modista, respectivamente; habían llegado a Huérmeces en 1910, y tenían dos hijos: Vidal y María Piedad.
FUENTES CONSULTADAS:
-Diario de Burgos, 3 de mayo de 1945 [una fuerte helada origina graves daños en el campo burgalés]
-Diario de Burgos, 6 de mayo de 1945 [daños de la helada del día 2 en Sedano, Huérmeces y Valle de Oca]
-Diario de Burgos, 17 de mayo de 1945 [daños de la helada del día 2 en los viñedos y campos de Aranda de Duero, y cortes de energía eléctrica por falta de agua en alguna central]
-Diario de Burgos, 19 de julio de 1945 [fuerte helada en el sur de Portugal]
-Diario de Burgos, 29 de agosto de 1945 [incendio en tres casas de Huérmeces, originado por un rayo]
-Diario de Burgos, 30 de agosto de 1945 [felicitaciones del alcalde a los bomberos municipales por su intervención en el incendio de Huérmeces]
BANDAS SONORAS (Y LECTORAS)
En 1971, la banda norteamericana The Doors publicó como single uno de los temas de su último álbum, L.A. Woman. Riders on the Storm, ejecutada en el más puro rock psicodélico, incorporaba sonidos de truenos y lluvia, y contenía un excelente solo de órgano eléctrico, ejecutado por Ray Manzarek. Fue la última canción grabada de Jim Morrison en ser lanzada antes de su muerte. La letra de la canción está supuestamente relacionada con el caso de Billy Cook, un autoestopista que asesinó a la familia que le recogió en la carretera ("There's a killer on the road").
"A Song of Ice and Fire" es el título de una exitosa serie de novelas de fantasía heroica, escrita por el novelista y guionista estadounidense George R.R. Martin. Aunque inicialmente fue planeada como trilogía, el éxito alcanzado acabó por convertirla en pentalogía y, en un próximo futuro, se publicarán otros dos volúmenes más. Así mismo, Martin escribió también tres novelas cortas que actúan a modo de precuela de la serie.
Se han vendido más de 90 millones de ejemplares de esta serie de novelas, traducida a 47 idiomas. Ha sido adaptada al cómic, a varios juegos de cartas de mesa y videojuegos y a una exitosa serie de televisión, titulada "Juego de Tronos". La música de esta serie televisiva ha sido compuesta por Ramin Djawadi (Duisburg, 1974), productor y compositor germano-iraní, especializado en bandas sonoras para cine y televisión.
FUENTES CONSULTADAS:
-Diario de Burgos, 3 de mayo de 1945 [una fuerte helada origina graves daños en el campo burgalés]
-Diario de Burgos, 6 de mayo de 1945 [daños de la helada del día 2 en Sedano, Huérmeces y Valle de Oca]
-Diario de Burgos, 17 de mayo de 1945 [daños de la helada del día 2 en los viñedos y campos de Aranda de Duero, y cortes de energía eléctrica por falta de agua en alguna central]
-Diario de Burgos, 19 de julio de 1945 [fuerte helada en el sur de Portugal]
-Diario de Burgos, 29 de agosto de 1945 [incendio en tres casas de Huérmeces, originado por un rayo]
-Diario de Burgos, 30 de agosto de 1945 [felicitaciones del alcalde a los bomberos municipales por su intervención en el incendio de Huérmeces]
BANDAS SONORAS (Y LECTORAS)
Riders on the Storm (1971) |
"A Song of Ice and Fire" es el título de una exitosa serie de novelas de fantasía heroica, escrita por el novelista y guionista estadounidense George R.R. Martin. Aunque inicialmente fue planeada como trilogía, el éxito alcanzado acabó por convertirla en pentalogía y, en un próximo futuro, se publicarán otros dos volúmenes más. Así mismo, Martin escribió también tres novelas cortas que actúan a modo de precuela de la serie.
A Song of Ice and Fire |
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