En un apartado y bello paraje, situado al otro
lado de los resaltes calizos del Alto de San Pedro o Santa Lucía, encontramos
las ruinas de un viejo molino. Uno más entre las docenas de molinos
arruinados que pespuntean las riberas del Úrbel, Ubierna, Ruyales, Hormazuelas
y Brullés, los principales ríos de La Comarca.
Los Castillejos y el pontón, dos viejos vecinos del molino de Voces |
Se trata del antiguo molino de Voces, así llamado por la
amplia pradera en la que se sitúa, en una zona en la que el río describe
acusados meandros. Su casi desaparecido cauce molinar arranca a la altura de Fuente Tello, y tiene por fondo las
recortadas rocas que forman Los
Castillejos, muy cerca del vado y el pontón que allí cruzan el río Úrbel.
Voces y Los Castillejos desde El Romero: un abeto y un ciprés marcan la ubicación del viejo molino |
La pradera de Voces, el molino y arriba, antes del cortado de la carretera de La Pinza, El Romero |
El molino funcionó como tal hasta el año 1970, y su
origen se remonta –como poco- a mediados del siglo XVIII.
En las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada (1752) encontramos,
en relación con el molino de La Nuez
de Arriba, lo siguiente:
“que en
este lugar y sus términos solo hay un molino harinero, que muele todo el año,
con una rueda, que pertenece al concejo y diferentes vecinos, lo lleva en renta
Santiago González, su vecino, y paga anualmente quince fanegas y tres celemines
de centeno, y deducidas regulan le quedan de utilidad quince fanegas de dicho
pan”
Un siglo más tarde, en el Diccionario de Madoz (1850), también se hace referencia a la
existencia en el pueblo de “un molino
harinero, en mal estado”.
Los últimos molineros de Voces fueron Abundio
Iglesias Fontúrbel y Amalia Arroyo
Girón; y en el molino vivieron, junto con sus cuatro hijos (tres mujeres y
un varón) hasta mediados de los años 70, cuando la familia se mudó a Úrbel del
Castillo.
El molino nunca dispuso de tendido eléctrico, por
lo que fueron candiles y –sobre todo- carburos los que alumbraron sus noches.
En la rocosa ladera inmediata al molino brotaba una fuente (La Fuente del Molino) que cubría sobradamente las
necesidades hídricas del molinero y su familia.
El edificio principal, de dos plantas y desván,
cumplía las funciones de molino (de dos ruedas), vivienda, cuadra y palomar. En
los años sesenta, Abundio levantó un anexo en ladrillo, que se utilizó como
gallinero, horno y palomar.
En la cuadra vivían cinco vacas y dos cerdos, así
como los cuatro burros y un macho que servían para realizar las funciones de
acarreo propias del molinero. Nunca dispusieron, sin embargo, de ganado ovino,
como era habitual entre las familias de labradores de la época.
El molino únicamente dejaba de trabajar aquellos lapsos de tiempo en los que las periódicas crecidas del Úrbel alcanzaban el
nivel del rodezno metálico, lo que imposibilitaba su giro. En tiempos de
nevadas más frecuentes que ahora, raro era el año cuyo invierno o comienzos de
primavera no traía consigo algún desbordamiento del joven río.
El molino de Voces, hacia 1970, con la pradera anegada por una de las crecidas del Úrbel |
Trillando, con bueyes y burros, en la era del molino de Voces |
Además de molinero, Abundio también ejerció de
labrador, por lo que en los terrenos anejos al molino existía una era en la que
se desarrollaban las labores de trillado, beldado y cribado. Parte de la trilla
solía realizarse con burros, que tiraban de trillos más ligeros que los
utilizados con bueyes.
Las piedras
de moler se traían desde Limpias (Cantabria) y estaban fabricadas a partir de
rocas areniscas o conglomerados. El desgaste de las piedras era constante, por
lo que el molinero siempre debía de disponer de suficientes ejemplares de
reemplazo, tanto de la rueda inferior (solera o durmiente) como de la superior
(volandera).
Hoy en día, aquellas viejas ruedas de molino
constituyen un codiciado objeto decorativo, y son muy utilizadas como mesas de
jardín. A principios del siglo XX, se extendió en la comarca el uso de las
desgastadas piedras de molino como parte del pavimento con que cubrir la zona
superior del atizadero de las glorias.
Vista desde Los Castillejos: camino que une el molino de Voces con el pueblo de La Nuez de Arriba, a través del Portillo |
El cárcavo, allí donde se aloja y gira el metálico rodezno |
El Portillo, el alto del camino que comunicaba pueblo y molino,
contempló durante décadas el continuo trasiego de las mulas del molinero, acarreando
sacas de grano y harina, a cambio de la maquila correspondiente. Los 800
metros de tortuoso camino no constituían un trazado
cómodo ni para bestias ni para humanos.
También contempló, incluso en los episodios más crudos
de aquellos inviernos, el diario periplo de los hijos del molinero, en
su camino a la escuela de La
Nuez.
En 1974 el molino fue vendido a una familia
residente en la capital provincial, que lo utilizó como residencia de
vacaciones y fines de semana hasta 1979.
En aquellos años se plantaron las dos coníferas que
hoy se han convertido en destacados ejemplares de abeto (Picea abies) y ciprés (Cupressus
sempervirens), que destacan sobre las ruinas del edificio principal. Un
buen ejemplar de ciruelo japonés (Prunus
pissardii), con su purpúreo follaje, crece en la parte frontal del
edificio, contrastando con el resto de la vegetación espontánea que se ha
adueñado del lugar.
Los Castillejos, desde el molino |
Dos enormes sauces, al otro lado del cauce,
completan el despliegue vegetal que rodea al molino.
Vendido de nuevo a principios de los ochenta, sus
nuevos propietarios, residentes en una ciudad del Norte, no llegaron apenas a
utilizarlo.
Y así, en aquellos años pródigos en abandonos y
robos, comenzó el inexorable proceso que ha desembocado en la ruina total del
edificio principal y de su anexo, en el desdibujado de su cauce, en la pérdida
de sus eras y huertas. Y casi en el total olvido de quienes fueron sus últimos
moradores y sus circunstancias.
El molino de La Nuez de Arriba, el molino de Voces, el molino de
Abundio y Amalia, ya es historia.
El molino de Abundio y Amalia recreado por su hija, Mari Santos |
Las ruinas del molino apenas se vislumbran entre la vegetación; el viejo pontón es hoy un puente de hormigón |
Diario de Burgos, 19 de junio de 1974 |
Amalia Arroyo (dcha,) y su madre, Antonia Girón |
Olga Amigo, Felicitas Arroyo (hermana de Amalia) y Mari Santos, en Voces |
Abundio Iglesias Fontúrbel nació en La Nuez de Arriba en 1904, y falleció en Úrbel del Castillo en 1979; Amalia Arroyo Girón nació en Úrbel del Castillo en 1917, y falleció en Burgos en 2014. Pedro Iglesias, padre de Abundio, también fue molinero de Voces.
Una de sus hijas, María Santos, que vivió en el molino hasta los
17 años, regenta hoy un negocio de turismo rural en La Nuez de Arriba:
Agradecimientos: a Mari Santos, por haberme permitido acceder a viejas historias y fotografías familiares.
NOTA:
En 1932, aparentemente, el molinero de Voces era Aquileo García Celis (Coculina, 1896), quien, cuatro años más tarde, recalaría en el molino de Alba (La Bagoya) de Huérmeces, dónde ejercería de molinero durante treinta años (1936-1965), hasta su jubilación.
Diario de Burgos, 20 de enero de 1932 |
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