En algunos casos, el mero discurrir del tiempo pero, en otros, ha sido la fuerza arrasadora de la concentración parcelaria la que ha ocasionado la pérdida irreparable de multitud de topónimos menores. No solo se han destruido linderos, sendas y apilamientos de piedra, también se ha arrancado su memoria, su mismo nombre.
Si el agente homicida ha sido el devenir de los siglos, probablemente el paraje en cuestión era de pequeño tamaño (apenas para dar nombre a una o dos míseras fincas de unos pocos celemines) y se encontraba enclavado en una zona remota del término, de acceso difícil y tierras de baja calidad, que se dejaron incultas hace tiempo.
Si, por el contrario, el paraje se encontraba en una buena zona agrícola, llana o semillana, cerca de un transitado camino, y servía para nombrar a un par de fincas de reducida dimensión, estamos ante un caso de extinción por parcelaria.
Así sucede con el paraje que nos ocupa en esta primera entrega: Carreviñas.
El paraje estaba situado cerca del pueblo, apenas kilómetro y pico al Sureste, entre la parte baja del camino de Ubierna y el camino de La Varga, en una soleada ladera.
Su nombre aún aparece en algún documento registral de los tiempos pre-parcelarios. En una escritura de compraventa, datada en Julio de 1964, por medio de la cual un labrador del pueblo adquiere 18 fincas hasta entonces propiedad de la familia Arteche, aparece una parcela con la siguiente descripción:
- 16.- Otra en "Carreviñas", de ocho áreas y sesenta centiáreas; que linda al Norte de María Arquiaga; Este de Prudencio Villanueva y al Oeste de Felipe Alberico. Polígono 5, parcela 72.
Aparte de su ubicación exacta (Polígono 5, parcela 72) según el Catastro anterior a la Parcelaria, llaman la atención la reducida dimensión de la finca (860 m2), así como la presencia de nombres ajenos al pueblo entre los colindantes (familia Arquiaga, Felipe Alberico Rosales)
Ejecutoria sobre la herencia de Juan Zorrilla de San Martín el Viejo (1591); relación de las 64 parcelas objeto de la herencia, en la página 3 aparecen dos fincas con el nombre de "Carreviñas" |
Si retrocedemos en el tiempo cuatro siglos más, encontramos otro documento en el que aparece recogido el mismo topónimo. En la ya referida ejecutoria del año 1591 sobre la herencia de Juan Zorrilla de San Martín el Viejo (1) vienen consignadas dos fincas con esa denominación:
- a do dizen Carre biñas, de dos cargas, en surco de la Feria de la Vera Cruz
- otra Carrebiñas, en surco de la dicha Feria de la Vera Cruz y tierra del censo de San Pedro de Cardeña
Hoy en día, sin embargo, ni los más viejos del lugar recuerdan en Huérmeces el topónimo Carreviñas.
Quizás hoy nos pueda parecer extraño que un paraje de Huérmeces lleve por apelativo "viña", pero es que raro era el lugar que en la Edad Media no disponía de alguna parcela dedicada al cultivo de la vid. Ni el clima ni las tierras de estos lares son las más propicias para la viticultura, pero hay que tener en cuenta que en aquellos lejanos tiempos el vino -aunque fuera de pésima calidad- constituía un aporte calórico nada desdeñable en la dieta del labrador, dada la escasez de proteínas y grasas de origen animal o vegetal.
Quizás hoy nos pueda parecer extraño que un paraje de Huérmeces lleve por apelativo "viña", pero es que raro era el lugar que en la Edad Media no disponía de alguna parcela dedicada al cultivo de la vid. Ni el clima ni las tierras de estos lares son las más propicias para la viticultura, pero hay que tener en cuenta que en aquellos lejanos tiempos el vino -aunque fuera de pésima calidad- constituía un aporte calórico nada desdeñable en la dieta del labrador, dada la escasez de proteínas y grasas de origen animal o vegetal.
Las condiciones bioclimáticas de la zona no son las más apropiadas para que prospere el viñedo. Los enólogos consideran que en el valle del Duero el mínimo necesario de grados de calor entre la floración y la maduración de los racimos ronda los 2600-2800 grados. En nuestra comarca, apenas se sobrepasan los 1900 grados (aunque en años como este...). (2)
Suelen considerarse no aptas para el viñedo las tierras de altitudes superiores a los 800 m. Y tampoco ayuda la disposición norte-sur o noreste-suroeste de la mayor parte de los cursos fluviales, ya que se crean las condiciones ideales para que afluyan los fríos vientos septentrionales.
De esta manera, los caldos obtenidos en la comarca eran de muy baja calidad y, por lo tanto, de bajo precio, al alcance de todo el mundo.
La presencia de viñedo en la época medieval se debía tanto a la autarquía imperante como a las dificultades para garantizar el aprovisionamiento de caldos procedentes de otras regiones. Además de caros, estos vinos foráneos eran muy inestables, debido a que las técnicas de vinificación no eran ni homogéneas ni adecuadas. Los vinos procedentes de comarcas vitivinícolas eran, pues, caros, solo al alcance de las clases más acomodadas.
El labrador de la zona, en muchos casos por mera inercia, mantenía su viña a pesar de sus escasos rendimientos, y autoconsumía el vino producido. Además, las labores de la viña resultaban perfectamente compatibles con las temporadas altas de trabajo cerealista (siembra, abonado y cosecha).
En el siglo XV, el cultivo de la vid había desaparecido en altitudes superiores a los 1000 metros. Y había disminuido considerablemente en las tierras cercanas a los 900, siempre en pagos orientados al Sol.
En dicho siglo, todos los valles de ríos afluentes del Arlanzón por el Norte (Ubierna, Urbel y Hormazuelas) tenían vegas con viñedos. Incluso existían viñedos en pueblos tan septentrionales como Huérmeces, Villaverde-Peñahorada y Quintanaortuño, aunque su desarrollo fue escaso al estar sus valles muy expuestos a los vientos fríos del Norte. Aún así, las viñas han perdurado en zonas del Urbel y del Hormazuelas hasta fechas contemporáneas.
La variedad más utilizada era la denominada pardillo; en cuanto a la forma de las plantaciones, el viñedo bajo era el más frecuente, aunque también existían parrales.
A partir del siglo XVI, se acentúa el arranque de viñedos y, gracias al mayor desarrollo comercial, se generaliza la importación de caldos foráneos, menos ácidos y de mayor graduación alcohólica (blancos y tintos de La Rioja, Ribera del Duero, Tierra de Campos, Ribera del Pisuega, Toro, Tierra de Medina, etc.)
Aún persisten en la comarca topónimos que recuerdan un cultivo extinto pero que gozó de cierta popularidad en otros tiempos. Así, tenemos: La Viña (Fuencivil, Palacios de Benaver), Las Viñas (Quintanilla-Vivar, Villanueva Río Ubierna, Mansilla, Miñón, Avellanosa, Santa María Tajadura, Ceniceros, Riocerezo, Lermilla, Bárcena de Bureba, Peones de Amaya, Boada de Villadiego), Viña Blanca (Villanueva de Odra), Viña Bajera (Sandoval de la Reina), Viña el Hoyo (Villanueva de Odra), Viña Palacio (Barruelo de Villadiego), Prado Viñas (Ubierna), Carrera las Viñas (Quintanaortuño), Valdeviñas (Quintanarruz), Viñuela (Nidáguila), Las Viñuelas (Lodoso, Villalbilla Sobresierra, Páramo del Arroyo, Villusto), Las Vinajeras (Villegas), El Parral (Marmellar de Abajo), Los Majuelos (Villatoro, Tapia), Tragavino (Terradillos)...
En la no excesivamente lejana comarca de Villadiego, el cultivo de viñas (majuelos se denominan allí a las parcelas dedicadas a la vid) y el cuidado de sus bodegas resistieron algún tiempo más, y aún se cultivan viñas de manera testimonial.
En Huérmeces, mucha gente recuerda aún alguna parcela plantada de viñas en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX. En la ladera de Cuesta Castillo -arenosa y soleada- que cae hacia la carretera, Rodrigo recogió uvas en aquellos tiempos. Poco maduras, el vino obtenido de ellas sería de escasa calidad en la mayor parte de los años.
FUENTES:
(1) Real provisión dirigida a la justicia, a petición de Juan Zorrilla de San Martín, para que se le entregue la ejecutoria del pleito que tratra con Pedro Díez Fernández y Francisca Zorrilla, su mujer, vecinos de Huérmeces (Burgos), sobre la herencia de Juan Zorrilla de San Martín el Viejo, tío de esta última. Real Chancillería de Valladolid. Registro de Ejecutorias, caja 1689, 50; de fecha 30 de marzo de 1591 [este documento puede consultarse en el Portal de Archivos Españoles, PARES]
(2) Señores, mercaderes y campesinos. La comarca de Burgos a fines de la Edad Media. Hilario Casado. Junta de Castilla y León. Valladolid (1987) [páginas 127-138]
Interesante artículo.
ResponderEliminarPuedo aportar a este artículo un documento del año 1582, en una cesión de bienes de la familia Güemes en la que se incluyen viñas en el lugar de Huérmeces.
En 1756 llaman al término en Riocerezo Val de las Viñas.
En 1626 existían aún viñedos en la Molina de Ubierna.
Menciona en este artículo a la familia Fernández del lugar de Huérmeces, o Díez Fernández en su ascendencia más lejana conocida, Pedro y Francisca, padres del Obispo de Pamplona don Juan Fernández Zorrilla.
Muchas gracias por tu interesante aportación.
ResponderEliminarPor si resulta de tu interés, te comento que en unas dos o tres semanas tengo pensado publicar una entrada sobre la toponimia en el Huérmeces de finales del XVI, basada en el documento sobre la herencia de Juan Zorrilla, y una pequeña comparativa con los topónimos que han llegado a nuestros días.
Un saludo,