Justo enfrente de Ros, en la ladera del pequeño páramo que -orientado al Este- se interpone entre ese pueblo y Las Celadas, existe un peculiar paisaje agrario. El paraje en el que se enclava se denomina La Parte.
Ros y la ladera de La Parte (Fotografía: Ricardo Melgar, 22 Septiembre 2013, 10:28:53; Ver en Panoramio) |
Es cierto que, para saborear su belleza paisajística, necesitas observar el paraje desde cierta altura. Y para ello, o te agencias un parapente con motor o, más al alcance de cualquiera, echas un vistazo al muchas veces recurrido SIGPAC o visores similares.
Los fríos datos catastrales nos dicen que se trata de una finca de 13,7 hectáreas, de las que el 70% se considera tierra arable y el 30% restante pastizal arbustivo. Una finca de 750 metros de longitud y unos 180 de anchura media. Hasta aquí, nada anormal para un roturo, que es como se denomina por aquí a las fincas cultivadas de propiedad comunal.
Pero si añadimos que dicha parcela posee un total de 21 recintos, la cosa empieza a cambiar. En terminología SIGPAC se entiende por recinto cada superficie continua de terreno, dentro de una parcela, con un mismo uso
agrícola estable (tierra arable, pastizal arbustivo, prado, viñedo, etc.). Una parcela de menos de 14 hectáreas con un total de 21 recintos ... merece algún comentario.
Parcelario del Catastro superpuesto al SIGPAC: La Parte, una sola parcela de casi 14 ha con 21 recintos; las líneas rojas delimitan las parcelas, las violetas, los recintos dentro de cada parcela |
Nos encontramos ante un auténtico laberinto de secano. Intrincados entrantes y salientes, en moderada pendiente, con isletas salpicadas por doquier, hacen que la labor del tractorista -y no digamos nada la del maquinista de cosechadora- sea una auténtica odisea. O te conoces bien este laberinto o corres el riesgo de entrar en un bucle arable del que te será difícil salir.
Deberás ser especialmente cuidadoso a la hora de realizar los tratamientos herbicidas y fitosanitarios, para no dañar innecesariamente a la flora y fauna del lugar; llevar una hoja de ruta cuando vayas a efectuar el abonado de cobertera, para evitar en lo posible fertilizaciones superpuestas; deberás activar el GPS de tu cosechadora si no quieres segar sobre segado.
Y mientras tanto, desde las múltiples isletas de matorral y pastizal arbustivo o arbóreo, diminutos ojos asustados observarán tu ruidoso despliegue de maquinaria y tecnología punta, deseando que salgas cuanto antes de ese retorcido entuerto en el que tú mismo te has metido.
Pequeñas aves, escurridizos reptiles, alados insectos, asustadizos mamíferos y el resto de habitantes de La Parte no entienden de PAC ni de SIGPAC, de polígonos, parcelas ni recintos; ni siquiera son capaces de asimilar el concepto de laberinto. Para ellos, La Parte es su casa, con sus fresnos, matas, espinos, zarzas, espliegos, tomillos y -también- sus trigos, cebadas, centenos o avenas... en fin, exprimetierras o hierbajos alineados, como llaman ellos a nuestros cultivos. Y con suerte, cada dos o tres años, año sabático (nosotros lo llamamos barbecho).
Y es que, sorprendentemente, estos retorcidos linderos y pequeñas isletas constituyen un foco de vida, una relativa reserva de biodiversidad dentro de este monocultivo que supone el cereal de secano.
Existen en la comarca muchos otros laberintos de secano, quizás no tan complicados y retorcidos como este de Ros, pero que también entretienen un rato a labradores y maquinistas. Citaremos únicamente otros dos más, por no aburrir.
En el vecino pueblo de Las Celadas, en la ladera de Santueña, orientada al Norte, existe otro intrincado laberinto parcelario, aunque en esta ocasión no esté formado por una sola parcela comunal, sino por multitud de ellas, de pequeña extensión y de propiedad particular.
Algo más alejado hacia el Este, en el término de Peñahorada, en la ladera de Olmos Gordos que cae hacia el vallejo formado por el arroyo de Villaverde, también encontramos un longilíneo entramado de parcelas con alternancia de recintos arables con otros pastables.
Todos estos terrenos tienen en común el no haber entrado en los proyectos de concentración parcelaria de sus respectivos términos, en ocasiones por tratarse de terrenos comunales, y en las más al haberse considerado marginales sus tierras, por excesiva pendiente y baja calidad. Y es precisamente esa ausencia de concentración la que ha originado que esas fincas lleguen a nuestros días con sus peculiares perfiles y linderos.
De otra forma, la potente maquinaria utilizada en las labores de concentración habría arrasado sus lindes, homogeneizado sus pendientes, enderezado sus arroyuelos, despedregado y deforestado sus isletas...y todo ello para ganar un poco de superficie (unos míseros celemines) que contabilice a la hora de percibir las jugosas subvenciones de la PAC.
NOTA:
Pueden verse las excelentes fotografías aéreas de Ricardo Melgar, en su página de Panoramio, pinchando en el enlace siguiente:
Fotografías aéreas de Ricardo Melgar en Panoramio
El labrador en su laberinto: realizando labores preparatorias de Otoño en La Parte (Ros) |
Deberás ser especialmente cuidadoso a la hora de realizar los tratamientos herbicidas y fitosanitarios, para no dañar innecesariamente a la flora y fauna del lugar; llevar una hoja de ruta cuando vayas a efectuar el abonado de cobertera, para evitar en lo posible fertilizaciones superpuestas; deberás activar el GPS de tu cosechadora si no quieres segar sobre segado.
Atardecer en el laberinto |
Y mientras tanto, desde las múltiples isletas de matorral y pastizal arbustivo o arbóreo, diminutos ojos asustados observarán tu ruidoso despliegue de maquinaria y tecnología punta, deseando que salgas cuanto antes de ese retorcido entuerto en el que tú mismo te has metido.
Amanecer (aproximadamente) en el laberinto |
Pequeñas aves, escurridizos reptiles, alados insectos, asustadizos mamíferos y el resto de habitantes de La Parte no entienden de PAC ni de SIGPAC, de polígonos, parcelas ni recintos; ni siquiera son capaces de asimilar el concepto de laberinto. Para ellos, La Parte es su casa, con sus fresnos, matas, espinos, zarzas, espliegos, tomillos y -también- sus trigos, cebadas, centenos o avenas... en fin, exprimetierras o hierbajos alineados, como llaman ellos a nuestros cultivos. Y con suerte, cada dos o tres años, año sabático (nosotros lo llamamos barbecho).
La sombra del páramo de Las Celadas alivia a las resecas laderas de La Parte |
Y es que, sorprendentemente, estos retorcidos linderos y pequeñas isletas constituyen un foco de vida, una relativa reserva de biodiversidad dentro de este monocultivo que supone el cereal de secano.
Parte del laberinto de La Parte y pequeña vega del arroyo de Las Cruces-Valdecojos (Ros) |
Existen en la comarca muchos otros laberintos de secano, quizás no tan complicados y retorcidos como este de Ros, pero que también entretienen un rato a labradores y maquinistas. Citaremos únicamente otros dos más, por no aburrir.
En el vecino pueblo de Las Celadas, en la ladera de Santueña, orientada al Norte, existe otro intrincado laberinto parcelario, aunque en esta ocasión no esté formado por una sola parcela comunal, sino por multitud de ellas, de pequeña extensión y de propiedad particular.
Ortofoto del SIGPAC (Julio 2014): Santueña (Las Celadas) |
Algo más alejado hacia el Este, en el término de Peñahorada, en la ladera de Olmos Gordos que cae hacia el vallejo formado por el arroyo de Villaverde, también encontramos un longilíneo entramado de parcelas con alternancia de recintos arables con otros pastables.
Ortofoto del SIGPAC (Julio 2014): Olmos Gordos (Peñahorada) |
Todos estos terrenos tienen en común el no haber entrado en los proyectos de concentración parcelaria de sus respectivos términos, en ocasiones por tratarse de terrenos comunales, y en las más al haberse considerado marginales sus tierras, por excesiva pendiente y baja calidad. Y es precisamente esa ausencia de concentración la que ha originado que esas fincas lleguen a nuestros días con sus peculiares perfiles y linderos.
De otra forma, la potente maquinaria utilizada en las labores de concentración habría arrasado sus lindes, homogeneizado sus pendientes, enderezado sus arroyuelos, despedregado y deforestado sus isletas...y todo ello para ganar un poco de superficie (unos míseros celemines) que contabilice a la hora de percibir las jugosas subvenciones de la PAC.
NOTA:
Pueden verse las excelentes fotografías aéreas de Ricardo Melgar, en su página de Panoramio, pinchando en el enlace siguiente:
Fotografías aéreas de Ricardo Melgar en Panoramio
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