En Ruyales del Páramo, uno de los cuatro pueblos que componen el municipio de Huérmeces, existe un paraje denominado La Venta. Se encuentra a medio kilómetro al Oeste del pueblo, en el cruce de los caminos que se dirigen a Los Tremellos, Espinosilla, Las Arroturas y San Benito, justo en la embocadura del vallejo de Valtrasero.
Y la toponimia no suele mentir. Efectivamente, allí, a la vera del Camino Real, existió una venta hasta finales del siglo XIX o principios del XX.
En un viejo mapa provincial de Burgos, realizado por Francisco Coello en 1868, queda testimonio cartográfico de la existencia de dicha venta, con nombre y apellido: la Venta de Valtrasero.
Durante los siglos XVIII y XIX la ruta del Camino Real de Burgos a Reinosa y Santander presentaba dos variantes:
- por Huérmeces, cruzando el Urbel por el Puente del Barrio de La Parte (Puente Miguel) y ascendiendo al páramo por el Alto La Cruz, continuando desde allí en dirección a Ruyales.
- por Miñón, cruzando el Úrbel por el puente cercano, y ascendiendo al páramo por una fuerte pendiente que partía de Ros en dirección norte, atravesando el páramo y descendiendo hacia el río Ruyales a un kilómetro y medio del pueblo homónimo.
Tanto si el páramo se ascendía desde Huérmeces como si se hacía desde Miñón-Ros, ambos trazados confluían en la Venta de Valtrasero, para luego seguir en dirección a Úrbel del Castillo.
En el Catastro de Ensenada (1750) ya se habla de la existencia de una venta en el término de Ruyales del Páramo, sin especificar paraje; el establecimiento era regentado por Juan Álvarez, vecino ya mayor de sesenta años, y labrador al tiempo que ventero.
En el itinerario de Matías Escribano de 1758 se cita esta venta como "Venta de Arroyales" [Ruyales], entre Ros y Úrbel del Castillo, a una legua de ambas. También aparece en el itinerario de Santiago López de 1809 y en el de Brusola de 1810. (*)
En el itinerario de Matías Escribano de 1758 se cita esta venta como "Venta de Arroyales" [Ruyales], entre Ros y Úrbel del Castillo, a una legua de ambas. También aparece en el itinerario de Santiago López de 1809 y en el de Brusola de 1810. (*)
Tras la dura travesía del páramo, debía de tener su importancia encontrar una venta en mitad de la nada, sobre todo en las crudas jornadas de tiempo extremo, tan habitual en estos lares.
Hay que tener en cuenta que desde Ros hasta la Venta de Valtrasero hay unos 7 km por el trazado del antiguo Camino Real; de los que 5 km son de travesía paramera, uno de fuerte subida y el restante de pronunciada bajada.
Tampoco hay que obviar el hecho de que desde la Venta de Valtrasero hasta Urbel del Castillo, el siguiente lugar civilizado en dirección Aguilar, había que recorrer unos 11 km, y con la dura subida del Alto del Caracol por medio.
Los antiguos caminos reales solían estar trazados por lugares elevados, huyendo casi siempre de los ríos, sus vegas encharcadas parte del año y sus traicioneras avenidas. Abundaban, pues, las leguas de caminos por páramos y pasos de montaña. Las ventas iban surgiendo de manera natural en estos lugares estratégicos, para dar cobijo y atender mínimamente a viajeros y comerciantes. Importante era el que existiera cerca un aprovisionamiento de agua (fuente o manantial, incluso charca).
Como lugar de paso, el local estaría desprovisto de lujos, con predominio de dormitorios comunales, y con cuadra y pajar para los animales, ya que éstos eran el medio de transporte básico en aquellos tiempos. También podría disponer de una pequeña tienda, al estilo de las viejas cantinas de los pueblos. La cocina y la lumbre serían el espacio alrededor del cual girara la vida del establecimiento. Tampoco faltarían una huerta o un corral para autoabastecimiento de frutas, hortalizas, huevos, leche y carne.
La propiedad de la venta podía ser señorial, municipal o de simples particulares, que las arrendaban por períodos de tiempo pactados a los venteros que las regentaban.
La que si se abrió -a principios del siglo XX- fue la nueva ruta a Aguilar por el desfiladero de Fuente La Hoz y Montorio, por lo que cabría suponer que -aún sin crimen de por medio- ya por entonces la Venta de Valtrasero tenía los días contados.
En la linde de la finca que queda a la derecha del camino, en pleno cruce, aún pueden observarse, cuidadosamente apiladas, numerosas piedras que bien pudieron haber pertenecido al edificio de la antigua venta.
En cuanto al mapa de Coello -que no tiene desperdicio- en una próxima entrada comentaremos las muchas curiosidades que contempla en Huérmeces y alrededores.
Por otra parte, en un apunte del libro de difuntos de la iglesia parroquial de Ruyales del Páramo se recoge lo siguiente, anotado por Antonio González, el entonces cura de Ruyales:
"En la casa venta de este lugar de Ruyales, falleció el día 30 de diciembre de 1754, don José Joaquín García, cura propio de Haza, obispado de Osma, y natural de la villa de Poza; no recibió los sacramentos por no dar lugar el accidente; diose sepultura su cuerpo en la iglesia de este lugar en el primer rumen de sepulturas al lado de la sacristía; hizosele su día de entierro con asistencia del beneficiado de este lugar, los dos beneficiados de Los Tremellos y el de Quintanilla Pedro Abarca; y Felipe Quántano [Cuartango?] se obligó a pagar los derechos a la fábrica de hábito sacerdotal y sepultura, y por ser verdad lo firmo fecha ut supra."
En las proximidades de la venta existió, hasta hace pocos años, una estela conmemorativa de muerte en descampado. Ignoramos si su origen se encontraba en alguno de los dos hechos luctuosos ocurridos en la venta: el asesinato de los venteros o la muerte accidental del cura de Haza.
(*) "Caminos burgaleses: los caminos del Norte (siglos XV y XVI). Salvador Domingo Mena. Tesis doctoral. Universidad de Burgos (2015)
AGRADECIMIENTOS:
A Higinio Manjón, vecino de Ruyales, que me contó la -para mi y supongo que para otros muchos- desconocida historia del asesinato de los venteros.
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